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LOS VOLADORES
La Danza de los Hombres Pájaro
Los “Hombres Pájaro” o conocidos popularmente como “Los Voladores de Papantla” son una tradición mexicana consistente en una danza espectacular, para agradar a los dioses. Es una danza ritual relacionada con la fertilidad. Este es un espectáculo para quien lo observa, pero para quienes lo viven, es el rito más solemne de fertilidad entre los totonacas.
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Una leyenda totonaca cuenta que los dioses dijeron a los hombres: “bailen, nosotros observaremos”. |
Esta es una práctica ritual que se remonta a la época prehispánica.
Actualmente, esta danza se practica en comunidades indígenas durante
festividades patronales y también como entretenimiento para los turistas. Se
trata de cinco hombres que suben a un enorme poste, cuatro de ellos se amarran
con una cuerda y ya en la cima, se lanzan al vacío haciendo rotaciones
alrededor del poste.
Los orígenes de la ceremonia de los voladores se remonta a la época
prehispánica.
Se cree que este ritual comenzó a realizarse hace 1,500 años
en el centro de México, como una plegaria al dios del Sol, para la fertilidad y
la buena cosecha.
Aunque no se tiene una fecha exacta, se sabe que a la llegada
de los conquistadores, sus principales cronistas consideraron esta danza como
un juego, quizá porque originalmente el atuendo empleado consistía en trajes
confeccionados con auténticas plumas de aves que representaban águilas, búhos,
guacamayas, quetzales.
En este ritual, un grupo de 4 hombres (los danzantes) se suben a un
poste de 25 a 50 metros de alto, se atan una cuerda a la cintura o a los pies y
de espalda se lanzan al vacío con los brazos abiertos girando alrededor del
poste. Al mismo tiempo, un quinto hombre (el sacerdote), toca música indígena
con instrumentos musicales hechos de madera y a mano; la flauta representa el
canto de las aves y el sonido del tambor representa la voz de dios.
Cada volador gira 13 veces, esta cifra, multiplicado por los
cuatro voladores, resulta en 52 círculos en total; ello, porque según el
calendario maya, cada 52 años se forma un ciclo solar y cada año esta compuesto
de 52 semanas, después de las cuales un nuevo sol nace y el curso de la vida
continua. Los voladores arriesgan así su vida, de manera que el nuevo sol pueda
nacer y la tierra se llene de felicidad.
LOS VOLADORES AZTECAS
Los aztecas tenían deportes y juegos que formaban parte del
culto a los dioses y tenían una significación religiosa, entre estos juegos
estaba “el volador”.
Para los aztecas el juego de “el volador” era un deporte que
tenía significación religiosa.
Consistía en subir a un poste muy alto y liso, cerca de cuya
punta se amarraba un bastidor cuadrado de madera. En cada uno de los ángulos de
este bastidor estaba amarrado uno de los que tomaban parte en este peligroso
deporte. Los cuatro estaban vestidos de guacamayas, que eran aves dedicadas al
Sol. En la punta del mástil estaba un quinto individuo, en un cilindro que
giraba mientras tocaba una flauta. Los cuatro individuos, que estaban amarrados
en los extremos del bastidor, se dejaban caer a un tiempo, y las cuerdas con
las que estaban atados se iban desenrollando y haciendo girar el cilindro de
madera sobre el que estaba de pie el que tocaba la flauta. Trece vueltas daba
cada individuo y al terminar la última tocaba con los pies el suelo y seguía
corriendo. Los cuatro hombres vestidos como guacamayas que descienden del poste
y dan trece vueltas son simbologías de los cincuenta y dos años de que se
compone el siglo indígena, es decir del movimiento del Sol.
Si bien para los totonacas ésta danza representaba un ritual,
entre los aztecas se perdía poco a poco la perspectiva sagrada del ritual y
caía más en una expresión lúdica, como lo cometa Torquemada en sus textos:
“…se enlazaban por el medio cuerpo los cuatro que
representaban las aves dichas, y dejábanse colgar de la soga con que fingían su
vuelo, y con el peso de los cuerpos movían el cuadro a la redonda y daban ellos
las vueltas, y mientras más bajaban, más iban ensanchándose las vueltas que
hacían; de manera que la segunda ganaba a la primera aire y cuerda, y la
tercera a la segunda, y de esta suerte venían a fenecer las últimas a manera de
campana, en una muy ancha y redonda plaza, las cuales venían aventajándose en
velocidad y fuerza, y así llegaban al suelo, con gran ímpetu y violencia.
Aquí era de ver lo que venían haciendo estos voladores,
haciéndose unas veces con los pies de la cuerda, otras con las manos, otras
asidos de sola la cuerda, que les ceñía por la cintura. Los otros que quedaban
arriba, cuando veían que ya venían los voladores en la media distancia de su
vuelo, haciendo muchos sones y sutilezas; de manera que cuando los voladores
llegaban al suelo, venían con ellos juntamente. Aquí eran las risas y los
contentos de todos; porque si el que volaba no era muy diestro, como bajaba con
ímpetu y fuerza, alguna vez por dar de pies, daba de manos, o de cabeza, e iba
rodando por el suelo hasta que la soga perdía la fuerza que traía; y desde esta
manera se acababa el vuelo y volvían otra vez a recoger las sogas para hacer
otro tanto.”
EL PALO VOLADOR
Hasta hace algunas décadas, el ritual comenzaba
con la selección del palo volador, la máxima autoridad del grupo iba en su
búsqueda. Éste se internaba en el monte para encontrar un buen árbol, de madera
fuerte y resistente; al ser localizado, se danzaba a su alrededor con gran
reverencia y se daban bocanadas de aguardiente hacia los cuatro puntos
cardinales.
Antes de que fuera derribado el árbol, se limpiaba perfectamente el
camino donde se pensaba caería el árbol para evitar dañar su estructura; cuando
el palo se encontraba ya en el suelo se le quitaban las ramas y follaje hasta
dejarlo liso. Enseguida se transportaba el tronco desde el monte hasta el lugar
donde iba a ser levantado. Para su transporte lo cargaban sobre los hombros,
posteriormente se empleaban pequeños troncos a manera de rodillo, por donde se
deslizaba y era jalado por hombres. Prohibido estaba pasar por encima del
tronco o que alguna mujer lo tocara, ya que podría ser un augurio de mala
suerte para los voladores.
Al llegar al sitio donde se incrustaría el tronco se tejía a
su alrededor una escalera de liana o soga que permitiera llegar a la parte
superior. Antes de levantar el poste se realizaba ofrendas para que éste no
reclamara la vida de los danzantes: "para que los dioses no desprendieran
el mortero llevándose a los voladores hasta perderlos entre los cielos".
El palo volador se compone de: mástil, el cual
se encuentra incrustado al suelo, en cuyo extremo superior soporta al tecomate
(manzana o mortero), aparato giratorio y principal punto apoyo y equilibrio de
los danzantes; cuadro o bastidor, en donde se apoyan los voladores que se
lanzarán al vacío, sujetos únicamente por los cables de lazo amarrado y
enrollados a los trinquetes del mástil.
Antes de subir al poste, los integrantes han guardado
abstinencia sexual y alcohólica; además, se han preparado perfectamente con
ayunos y oraciones 7 días anteriores a la danza como condición purificadora del
cuerpo para celebrar el rito cósmico.
LA VESTIMENTA
Originalmente la vestimenta de los voladores
eran disfraces elaborados con plumas de aves, posteriormente, debido al proceso
de mestizaje, la indumentaria fue cambiando ante la influencia española. Hoy el
traje empleado en el ritual por los indígenas esta colocado encima de sus
tradicionales prendas de manta blanca.
Al realizar la ceremonia, el volador se cubre la cabeza con
un pañuelo amplio o paliacate, sobre el que se coloca un gorro cónico, en cuya
cima se colocan un pequeño penacho multicolor simulando el copete de un ave;
además simboliza los rayos solares, un pequeño espejo redondo representando al
sol se coloca sobre la frente.
Unos largos listones de colores se deslizan por
la espalda del danzante, simulando el arcoíris que se forma después de la
lluvia. El resto del tocado está adornado con flores de diversos tonos,
símbolos de la fertilidad de la tierra.
Representando las alas de los pájaros, sobre el
pecho y espalda penden dos medios círculos en diagonal de tela o terciopelo
rojo, sostenidos del hombro derecho. Encima de ellos se localizan figuras de
plantas, flores y aves bordados con lentejuela. El pantalón de color rojo está
adornado de chaquira y espiguilla.
El empleo del color rojo es considerado como representativo
de la sangre de los danzantes muertos y la calidez del astro rey.
De la música se encarga el “sacerdote”, quien las ejecuta con
un tamborcillo y flauta. El tamborcillo se sujeta a la palma de la mano por
medio de un amarre a manera de pulsera; se golpea con una pequeña vara de
madera. La flauta, hecha de carrizo, complementa las notas del ritual. Estos
instrumentos demuestran una gran creatividad y los conocimientos de armonía y
acústica que posee el pueblo totonaca.
UNA ESCUELA PARA VOLADORES |
La preparación de los voladores de Papantla debe ser tal, que se ha fundado una escuela para niños voladores, ésta es una escuela donde los niños totonacas conocen la importancia de la danza y aprenden el milenario arte de volar. |
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EL MITO |
Existe un mito totonaco que describe el posible motivo de la ceremonia: “Hace muchos años, una fuerte sequía en la zona del señorío de Totonacapan (que comprende los límites de los actuales estados de Veracruz y Puebla) causó estragos entre los pueblos de la región y diezmó gran parte sus habitantes. En esta gran sequía, la comida y el agua se hicieron menores sobre toda la tierra. Cinco hombres entonces decidieron enviar un mensaje a Xipe Totec, dios de fertilidad, de modo que las lluvias vuelvan de nuevo. Fueron en el bosque y buscaron el árbol, el más grande y más derecho posible. Cuando lo han encontrado, permanecieron con él toda la noche, ayunando y rogando para que el espíritu del árbol los ayude en su búsqueda. El día siguiente, bendijeron el árbol, lo cortaron y lo trajeron al pueblo. Entonces eliminaron el árbol de sus hojas y sus ramas, y lo establecieron sobre un lugar que bendijeron con ofertas rituales. Los hombres se pusieron plumas sobre sus cuerpos de modo que aparezcan como pájaros Xipe Totec, con la esperanza de llamar la atención de dios. Con viñas enrodadas a sus tamaños, se amarraron al poste y presentaron su demanda volando alrededor del árbol, bajo el ruido del surco y el tambor.” |
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